La Vida se manifiesta en nuestras vidas siempre y cuando mantengamos abiertos los caminos del interior. El actual ritmo de vida y los requerimientos de nuestra sociedad dificultan cada vez más ese acceso al interior personal en el que se encuentran las materias primas para la construcción de nuestras vidas. Sin darnos cuenta, nos autoexiliamos de nuestro hogar interior. Allí, utilizando la imagen del Maestro Eckhart, Dios se encuentra como en su casa, pero nosotros nos sentimos extranjeros.

Educar la Interioridad es favorecer los procesos y proporcionar las herramientas que nos permitan volver a casa, al hogar interior para desde allí vivir unidos a los demás, al mundo, a Dios.

viernes, 30 de mayo de 2014

Y tú...¿Conoces tu "asterisco"?

Primero observa este gráfico, sus diferentes círculos e intersecciones. Luego INTENTA PONER NOMBRE AL ASTERISCO. Sólo cuando hayas intentado poner nombre al centro del gráfico lee mi propuesta.

 

He encontrado este gráfico en Facebook. Me ha parecido interesantísimo y me ha sugerido un sinfín de cuestiones. Las comparto con vosotros/as y os invito a añadir todo aquello que os sugiera a vosotros/as:

  • Me da la impresión de que de forma progresiva el círculo inferior ("por lo que te pagarán") ha ido cobrando más y más importancia en nuestra vida como resultado de una "cultura del tener" hija del sistema neoliberal al que hemos permitido avanzar sin límites e impregnar todas las esferas de nuestras vidas.
  • La intersección entre "lo que haces bien" y "por lo que te pagarán" da como resultado la "profesión". Cuando estos dos son los únicos círculos que se interseccionan en la búsqueda de nuestro camino profesional, entonces salimos perdiendo todos: la persona y la sociedad, porque quedan al margen "lo que el mundo necesita" y, su intersección "vocación" y tampoco está presente la necesaria "pasión" por algo más que no sea el medrar o el ganar más. 
  • Cuando, llegada la edad de plantearse unos estudios profesionales abunda más la primera intersección mencionada ("lo que haces bien" y "por lo que te pagarán"), entonces el resultado es que va desapareciendo la dimensión vocacional de lo que hacemos y, finalmente, lo que hacemos es un mero instrumento, más o menos desgradable o agradable para ganar dinero y mantener esa "calidad de vida" que nos han hecho creer que, sobretodo, consiste en tener cosas.
  • Elegir un trabajo que "me dé dinero" es lícito, pero olvidar las otras dimensiones posibles, nos empobrece como individuos y como sociedades. En su extremo más visible tenemos los numerosísimos y tristes casos de corrupción en diferentes esferas de nuestra vida económica y política. Pero a "pequeña escala", en la vida de los/as ciudadanos/as anónimos vivir sin referencia a dimensiones más profundas nos convierte en meros supervivientes o resignados ciudadanos/as más o menos "bienestantes" restándonos las necesarias energías personales y colectivas que nos capacitan para un verdadero cambio social para la tan necesaria reconstrucciòn de nuestros modelos de vida desde presupuestos que no sean el mero enfrentamiento o la reproducción de modelos que ya han demostrado que sólo generan pobreza, divisiones, guerras e injusticia.
  • Tenemos una urgente obligación en nuestros proyectos educativos: facilitar a nuestros/as jóvenes desde niños, una sensibilidad que incluya todas las esferas posibles en la vida de una persona, también las dimensiones de "vocación", "mision " y "pasión", términos que actualmente nos son poco familiares y no sé si "pintan mucho" a la hora de elegir un bachillerato o un Ciclo concreto.
  • Cuando no se ayuda a la persona a crecer conociendo todas las esferas o ámbitos sino tan sólo refiriéndose a "lo que me gusta" y "me hace ganar dinero", el equilibrio se pierde y sus consecuencias posteriores pueden ser graves: vida vivida por y para lo económico (conseguir más y más y cifrar la valía personal en " lo que se posee"), perdida progresiva total o parcial de la dimensión de gratuidad y de servicio a los otros lo cual imposibilta o dificulta sobremanera la aparación de la capacidad de agradecimiento y de sorpresa ante lo pequeño de la vida y ganan terreno la exigencia y la queja así como la sospecha y la tacañería. Se cierra la puerta, progresivamente a la compasión y la solidaridad hacia los problemas de los que están más allá del círculo de "los míos".
  • Todo lo anterior nos aleja del "centro": EL YO ESENCIAL, aquello que en mí es Bondad, Belleza y Verdad, o, resumiendo: AMOR.
  • Vivir "descentrados" provoca dolores en el cuerpo, en la mente y en el alma. Nos lleva a vivir dispersos, más o menos rotos, asequibles al desaliento, a la "mala leche", al orgullo, a todo aquello que nos roba la paz a la que estamos llamados y que es patrimonio de todos. 
  • Cuando incluímos todas las esferas en la construcción de nuestra vida se facilitan en la persona modos de vida equilibrados que le sacan del puro "ego" en su dimensión inmadura.
  • Educar a nuestros/as niños/as y jóvenes en la familiaridad con todas las esferas y sus "intersecciones" facilitará el descubrimiento de su Esencia y, desde ella, la capacidad de otro tipo de "descentramiento": el que consiste en pensar y actuar no sólo en función de uno/a mismo/a sino dando espacio amplio a "los otros": el cercano y el lejano y con especial atención a quienes cerca o lejos sufren.
  • Pretender educar desde las raíces del Evangelio, en el caso de las familias y centros educativos cristianos, sin la inclusión en nuestras propuestas y claves educativas de las dimensiones de "lo que amas" y "lo que el mundo necesita", sin señalar a la "pasión", la "misión"y la "vocación" no es jamás coherente con ese Evangelio al que decimos hacer referencia sino que pervierte el calificativo de "cristiano" como pervierte el calificativo de "humano".
  • ¿Es posible un verdadero cambio social, una auténtica evolución humana sin abrazar en nuestras vidas la "pasión", la "misión", la "vocación", sin pasar de la auto-referencia egóica a situar en el centro "lo que el mundo necesita"?
  • Finalmente: todas las esferas se equilibran y ganan en armonía y hondura desde un Centro al que denomino "Ser Esencial" en términos de K. G. Dürckheim (1896-1989) quien lo define así: El Ser esencial no es "algo" y no puede convertirse nunca en objeto. Tomar conciencia del Ser esencial no es, pues, percibir algo objetivo y concreto; significa, más bien, que la persona adopta una actitud totalmente diferente en la que se abre a lo indecible y gracias a la cual "Dios puede ir y venir" por todo lo que vemos o hacemos (...) La dimensión experimentada del Ser no sólo supera la noción de objetividad, sino que también trasciende la oposición de contrarios.(Experimentar la trascendencia, pág.44). 
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¡Enamórate!
Nada puede importar más que encontrar a Dios.
Es decir, enamorarse de Él
de una manera definitiva y absoluta.
Aquello de lo que te enamoras atrapa tu imaginación,
y acaba por ir dejando su huella en todo.
Será lo que decida qué es
lo que te saca de la cama en la mañana,
qué haces con tus atardeceres,
en qué empleas tus fines de semana,
lo que lees, lo que conoces,
lo que rompe tu corazón,
y lo que te sobrecoge de alegría y gratitud.
¡Enamórate! ¡Permanece en el amor!
Todo será de otra manera.
                                                                                           Pedro Arrupe, sj.



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