La Vida se manifiesta en nuestras vidas siempre y cuando mantengamos abiertos los caminos del interior. El actual ritmo de vida y los requerimientos de nuestra sociedad dificultan cada vez más ese acceso al interior personal en el que se encuentran las materias primas para la construcción de nuestras vidas. Sin darnos cuenta, nos autoexiliamos de nuestro hogar interior. Allí, utilizando la imagen del Maestro Eckhart, Dios se encuentra como en su casa, pero nosotros nos sentimos extranjeros.

Educar la Interioridad es favorecer los procesos y proporcionar las herramientas que nos permitan volver a casa, al hogar interior para desde allí vivir unidos a los demás, al mundo, a Dios.

lunes, 24 de octubre de 2011

SERES COMPLETOS

ES MEJOR SER COMPLETO QUE SER PERFECTO (Carl G. Jung)

El anhelo de perfección nos limita. Desde los más diversos "minaretes" los más variados "imanes" nos lanzan mil y una proclamas en pro de la perfección, ya sea ésta estética, profesional o moral. Pero la perfección nos mata, nos enquista,  necrosa el alma.

Intentar ser perfectos, tan sólo el hecho de creer que puede haber algo o alguien perfecto, nos aboca a la ansiedad, a la búsqueda compulsiva, a la frustración constante, al miedo a decepcionar o a ser decepcionados.

El matrimonio perfecto, la familia perfecta, el trabajador perfecto, el amigo perfecto, el creyente perfecto, simplemente ¡no existen!

Pero sí podemos ser en algo perfectos:perfectamente humanos, por ello, totalmente falibles.

Para mí no deseo la perfección, sí anhelo en cambio la "completez", ser completamente yo. Ese "ser completamente yo" me lleva más allá de mi ego inmaduro pero atravesándolo, reconociéndolo y amándolo tiernamente. Conozco y reconozco mis límites y miedos. Los abrazo e integro lo cual me da la neregía necesari para trascenderlos permitiendo la emergencia de mi Ser o Self, de la Esencia de mi misma.

Quien yo soy más allá de lo que hago, más allá de lo que tengo, más allá de la propia auto imagen que he ido forjando, ese Yo sano, profundo e, incluso, Transpersonal, sólo puede manifestarse si mi deseo es ser "completamente yo" mas no "perfectamente yo".

Me da miedo la perfección porque tiende a erigisrse en juez inmisericorde. Me aterra la perfección porque termina expulsando y arrinconando lo distinto y lo imperfecto.

Lo completo, en cambio, acoge todo, abraza todo. Tiende a la plenitud, no a la totalidad. Lo completo es abierto y dúctil, no cerrado y rígido. Sentirme completa me da paz y anula la ansiedad. Así, puedo dejar que tú seas completamente tú sin necesidad de controlarte o de entenderte o cambiarte.

Siendo completamente yo dejo a Dios ser Dios. Dejo a todo ser manifestarse en lo que es.

Quiero ser completamente yo, por eso, sé que es cuestión de Tiempo... El Tiempo del Ser.

lunes, 17 de octubre de 2011

Merecer o no merecer... esa no es la cuestión

Hace ya un tiempo que voy leyendo en diferentes autores y en libros que reflexionan sobre el crecimiento personal, que debemos eliminar de nuestra mente la idea de que merecemos algo. La vida es de por sí injusta y complicada y no siempre recibimos lo que creemos merecer, y el hecho es que, realmente, no merecemos nada. Resuena en esta idea la eterna búsqueda del porqué del dolor del inocente y de la pujanza del culpable que atraviesa todo el AT. La lógica retributiva que decía que al impío le debe ir mal mientras que al justo tiene que irle bien. El libro de Job nos enseñará que tal lógica no se sostiene, que la vida es un misterio y que Dios es un Misterio. Job se enfrenta a la absoluta imposibilidad de manipular la Vida que acontece al márgen de nuestros deseos.

De acuerdo, pero no puedo dejar de preguntarme por qué se nos repite tanto que debemos olvidarnos de merecer algo. Yo sí creo que es lícito que surga en nosotros la idea del "merecer". Por ejemplo, mi fe en un Dios Amor, me lleva a afirmar sin ningún miedo ni vergüenza alguna que todo ser humano es merecedor de amor, merecedor de respeto, merecedor de que se respete su dignidad. 

Existe una Carta Universal de los Derechos Humanos... El ser humano ¿tiene derechos o tan sólo le son otorgados en virtud de un acuerdo universal? pero ¿de dónde surge la idea de que al ser humano se le deben otorgar derechos? y por qué sólo el ser humno ¿Deberíamos redactar una Carta Universal de los Derechos de todos los seres vivos?

En este momento de acuciante crisis económica, miles de personas ven pisoteados sus derechos de forma flagrante. Cuando el dinero se pone nervioso los derechos desaparecen. Es todo volátil y voluble en el terreno de los derechos.

Pero yo sigo poniendo la mirada en Dios. En el Dios Compasión de Jesús. Mirarle a Él no cambia las estructuras injustas de este mundo nuestro. Mirarle a Él no hará que las espadas se conviertan en azadas por arte de magia, pero mirarle a Él si me otorga a mí una mirada diferente y me lleva a afirmar tozudamente que merecemos ser tratados como seres humanos, es decir, con dignidad, con amor.

Me dicen en esos libro que olvide el creer ser merecedora de algo. De acuerdo, lo sé, nada de lo que soy lo he ganado yo, el bien más precioso e íntimo que es mi vida no lo he creado ni elegido yo, se me ha dado. No merezco nada, cierto es, todo es gratuito, todo me ha sido dado. Cierto. Pero también es cierto que algo dentro de mí me dice que yo y que mis semejantes tenemos derecho a ser tratados dignamente. Mi corazón me dice que nadie es más que nadie ni menos que nadie.

Cuando soy tratada injustamente, cuando soy tratada con violencia, cuando se me hace daño o se pisotean mis derechos, algo dentro me dice que eso no es correcto. Puedo llegar a entender las razones por las que tal persona me trata así, pero no puedo justificar el acto en sí. Es aquello de odiar el pecado y amar al pecador. Algo dentro de todo ser huamno le dice que el camino es otro. Algo dentro de cada uno de nosotros nos repite que sí somos merecedores de algo.

Es evidente que nadie merece nada, los acontecimientos de la vida se suceden líbremente, hay quien lo percibe como un escabroso juego de dados: hay a quien le salió a perder en la partida, hay a quien le salió a ganar. ¿Juega Dios a los dados con nosotros? Para mí esa no es la cuestión, para mí la cuestión es qué hago yo. Que la vida parezca un azar supone para mí una llamada de atención a mi comportamiento ético. Si todo a mi alrededor puede derrumbarse en un momento yo sí puedo construir un edifico interior sólido de valores y criterios éticos. Para mí esa norma interior son las Bienaventuranzas, que, precisamente, contravienen toda lógica humana y  me dicen que el justo, el manso, el pacífico, el limpio de corazón seguramente tienen todas las de perder en este mundo, pero son los realmente DICHOSOS.

Por eso, desde mi punto de vista, merecer o no merecer, no es la cuestión. El ser humano, tal y como me enseña Jesús, merecerá siempre todo mi respeto y todo mi amor, incluso mis enemigos. Me supera... sí, pero Él me da su Gracia. Así, crecimiento humano y crecimiento espiritual van de la mano.

jueves, 13 de octubre de 2011

Is 54

Os invito  a leer este pasaje de Isaías. El poema que incluyo a continuación brota de él.

Recogiste mi vida entre tus manos
una tarde de templado otoño
cuando las hojas caídas
presagian
el alimento de la tierra.

Me recogiste inerte
sonámbula en mi propia vida
sin verbo en mis frases
escasa de acción
y apátrida de mi pasado.

Me recogiste,
me retomaste,
me otorgaste carta de ciudadanía,
vestido y hálito.

Me encontré conmigo
en tu mirada
y en tus labios
aprendí mi verdad.

Aprendí a escuchar mi voz
al amparo de tus palabras
y en tus manos toqué
la desconocida suavidad de mi alma.

Me recogiste entre tus manos
una mañana, una tarde, una noche,
el día primero.

martes, 11 de octubre de 2011

Paso a paso, día a día.

Paso a paso, día a día, caminando entre las certezas y las dudas. Poco a poco, día a día. No hay prisa. No hay destino pues el horizonte está aquí. 

Paso a paso, día a día, otorgando a la vida la posibilidad de desvelarnos sus secretos, de comunicarnos su belleza, de susurrarnos su verdad.

Paso a paso, día a día, reaprendiendo continuamente el camino. Todo siempre nuevo, todo por hacer.

Paso a paso, día a día, sonrisa a sonrisa, cincelando la existencia con amor. Dejándonos vestir por la sencilllez y adornar por la humildad.

Paso a paso, día a día, viviendo un serena pasión, apasionándonos con cada respiración. Inspirando Amor... exhalando amor.

Paso a paso, día a día, adentrándonos más y más, atravesando capas y estratos hasta ser llevados al magma que fluye bajo todo cuanto es.

Paso a paso, día a día... No hay prisa... No hay ayer, no hay mañana, sólo este paso que doy.


lunes, 10 de octubre de 2011

Desplegar el Ser

Imaginad un gran velero, uno de aquellos hermosos barcos a vela que surcaban los mares del mundo en otras épocas. Imaginad ahora que el viento sopla a favor de la ruta. Llega el momento de desplegar todas las velas. Pero... no se despliegan. El capitán del hermoso velero teme hacerlo. y, así, el velero avanza lentamente impulsado por el esforzado remar de los marineros. Absurdo ¿verdad? Pues así es como funcionamos nosotros cuando nos afincamos en el ego inmaduro. 

Entrar en procesos de crecimiento espiritual significa perder el miedo al miedo. El miedo siempre estará ahí, pero, progresivamente, podemos no tener miedo de tener miedo y vivir como si el miedo no existiera.

Esa es la única manera en la que nuestro Ser podrá manifestarse plenamente en nosotros. El Ser que soy más allá de la máscara del ego inmaduro. Ser o Self ... Mi Esencia, aquello de mí que es eterno, que es mi verdad, mi Yo real. 

Así, la vida es la oportunidad que se me regala para dar a luz ese Ser. Desde el punbto de vista creyente, mi Ser y el Ser de Dios son uno, no porque yo sea Dios, sino porque mi vocación es llegar a ser Dios en Dios.

La llamada que Dios me hace no es sino desplegar todas las velas, romper todos los límites que impiden que mi Ser navegue ligero aprovechando todas mis capacidades. Dios no es un obstáculo para ser yo mismo/a. Dios es la condición de posibilidad para que se dé mi plena manifestación. Porque Dios, con su amor, elimina el miedo. Él /Ella es Fuente de Vida, tronco en el que vivo injertado recibiendo nutrientes para crecer. Pero, esta ley del crecimiento que nos dice que hay un Ser libre y hermoso más allá de las capas del ego que decimos "yo", rigen para todos: creyentes y no creyentes. Por eso, en este terreno podeos encontrarnos y enriquecernos todos.

Sin embargo, hay quien sospecha que creer en Dios significa renunciar a ser yo. Es algo totalmente falso. Que yo sea yo en toda mi plenitud no significa que Dios deba desaparecer. Que Dios lo sea todo en mí no significa que yo deba desaparecer. Se trata de ir más allá del dualismo. Como nos decía el sábado un hombre sabio a los participantes en uno de mis cursos "somos no-dos". Desde la no-dualidad, el otro no es otro separado de mí, sino "lo otro de mí" como yo soy "lo otro de él/ella". Ni los otros seres humanos son amenazas a mi yo ni Dios lo es. Desaparece así la raquítica visión del ego inmaduro que a todo tiene miedo, que percibe toda realidad fuera de sí como separada de él. 

No hay separación. La Física Cuántica nos habla de una total unidad en el nivel de la materia más mínimo e invisible. Necesitamos poder decir "yo", todos vivimos el proceso de individuación indispensable para ser yo mismo/a, para crear mi identidad pero, llegados a cierto punto en el crecimiento espiritual, descubrimos que "yo", la primera persona del singular, no es ni primera, ni persona, ni singular, porque somos uno en Aquel que lo es Todo en todos. Comienza el proceso de "descreación", una especie de "deconstructivismo" o vacío que permite la emergencia de la Esencia real de mi Ser.

Sólo permitiendo la plena manifestación y despliegue del Ser podemos vivir la Unidad con los demás y con Dios. Es por eso que, la Educación de la Interioridad, comienza por el encuentro con uno mismo, con una autocomprensión más amable y sabia de uno mismo/a que nos abra pacíficamente a los demás y a Dios y nos prepare para la gran experiencia de la comunión. Las velas comenzarán a desplegarse.

jueves, 6 de octubre de 2011

"Ruego a Dios que me vacíe de Dios"

Hoy me preocupa profundamente que aquellos que profesamos una religión, sea la que sea, hagamos de ella algo etéreo, vacío de sensibilidad hacia nuestros prójimos. Me preocupa que las religiones se sientan satisfechas de sí mismas y pierdan la necesaria capacidad de ser críticas en primer lugar con ellas mismas. Me preocupa que los creyentes de esas religiones nos conformemos con cumplir rito tras rito con escasa o nula referencia al misterio que hay detrás y que nos habla de que somos uno. Me preocupa que, aún en el siglo XXI, en nombre de Dios, establezcamos todo tipo de rivalidades. Me preocupa que absoluticemos estructuras humanas convirtiéndolas en pesados fardos que cargamos a las espaldas de nuestros hermanos.

En el caso del cristianismo me preocupa aún más, porque nuestra referencia es un Dios encarnado que concreta su entrega amorosa en el don de su vida. Dios muere para que el ser humano viva. La Institución que llamamos Iglesia, tantas veces ha matado y ha dejado morir al ser humano para que perviva una imagen de Dios. No debiéramos olvidar la Historia de la Iglesia, por un lado para ver los logros conseguidos y no renunciar a ellos, sobretodo a la corriente de renovación que trajo el Concilio Vaticano II, pero recordar también para ver que la Iglesia fue y sigue siendo una institución llena de fallos, de brechas. Y, todo ello, desde sus mismos orígenes. Se trata de un recuerdo que nos haga estar alerta, no olvidar lo falibles que somos, lo falible que es la Iglesia, y así, crecer en humildad y humanidad.

Me deja siempre sin palabras el hecho de que Dios no deje de contar con nosotros para llevar adelante su plan de Amor. Ni Israel, ni la Iglesia, ni el resto de religiones que son destellos de una misma Luz, sabemos ser fieles a tal Amor. Todo lo complicamos, todo lo empañamos con nuestros miedos. No soportamos que Dios sea Libre, pura Libertad. Intentamos acotar continuamente su misericordia, su Amor sin límites. Me enamora el ser humano, sí, pero a veces también me cansa y hasta me asquea cuando saca a relucir lo peor de su condición, cuando se hace esclavo de estructuras que él mismo ha creado y las "diviniza" volviendo a hacer al ser humano esclavo del sábado. Es estremecedor que la perla pura del Amor de Dios elija vivir en corazones tan egoístas y cerrados, se críe en medio de psicologías a medio hacer o incluso enfermizas. Dios aparece en la Cruz y en el ser humano como "Tododebilidoso".

Continuamente manipulamos a Dios, tomamos su nombre en vano, decimos con tanta facilidad "esto es de Dios" "esto no es de Dios"... Menos mal que Él es infinitamente misericordioso y su sabiduría conoce caminos que a nosotros se nos escapan. Menos mal que la justicia divina no es ira divina, como nos dicen los profetas del AT, sino misericordia que se ríe del juicio, como se manifiesta en Jesús.

Pero, a veces, lo confieso, desearía que Jesús viniera a restañar el látigo y a decirnos claramente lo hipócritas que somos, la manera en la que nos adueñamos de la Casa de Dios que es el mundo entero, cada hombre, cada mujer...

¡Qué imprescindible es dejarnos hacer por Dios! En horas de silencio y presencia, dejarnos desnudar, dejar caer todas las capas que nos defienden de la Presencia, dejarnos llevar al más puro vacío. Más allá de las palabras, ser adentrados en la Palabra, más allá de ella, finalmente, ser tomados y dejar que Dios sea Dios.

Con Maese Ekchart, "ruego a Dios que me vacíe de Dios". Por eso, relativizad todo cuanto acabo de escribir, y tomadlo como una simple confesión.

martes, 4 de octubre de 2011

PAZ Y BIEN

La Iglesia recuerda hoy a San Francisco de Asís. El Hermano por excelencia. Francisco nos invita a algo muy difícil para el ego humano: sentir como hermanos /as a todas las criaturas y realidades de este mundo. Hermano mío es el sol, hermana mía la luna y la humilde brizna de hierba que crece bajo mis pies, pero también hermano mío es mi enemigo y quien me daña a mí o a los míos. Hermana es la muerte corporal a la que ningún viviente escapa. ¿No exageraba un poco Francesco?

Cuando conocemos un poco la vida del de Asís, lo que resta como reflejo suyo en el recuerdo es un hombre muy humano herido por el Amor. Francesco es un niño-hombre-gigante. Alma limpia que ve a Dios ("Dichosos los limpios de corazón porque ellos verán a Dio"s). Corazón sencillo que puede captar la urgencia de desposarse con Dama Pobreza porque sólo el desnudo de todo puede abismarse en la hondura del Amor sin nada que le reste energía o que nuble su mirada. Francesco goza y sufre todo cuanto Dios revela a su alma sencilla. Francesco goza a Dios y Francesco sufre a Dios. Vive la férrea infancia espiritual y, como Teresa de Lisieux,  la noche oscura del alma será el crisol definitivo que una experiencia inefable.

Franceso no es un hippie que salta por lo caminos. Es un ser marcado a fuego por la divinidad. Es de Dios y, por ello, es de todos y para todos. Por ello, en medio de la Iglesia convulsa del su época, escucha en su corazón la llamada a restaurarla y él se pone manos a la obra. La restauración que Dios le pide la identifica en un primer momento con la iglesita de San Damián, pero la llamada iba mucho más allá y perdura hasta nuestros días: restaurar la fe en la fraternidad que Jesús propone en el evangelio, rescatar el cristianismo de entre los oropeles religiosos y devolverlo a la vida sencilla de las gentes sencillas.

Es un modo de vida lo que se desvela a la mirada de quien se encuentra con Francesco y sus primeros hermanos pobres. Un modo de vida que pasa por una pasión de amor y que adopta la forma de un evangelio sin glosa (aunque obligarán a Francesco a glosarlo con una regla). 

Quizá nos guste tanto este santo porque en él vemos lo que sucede cuando nos creemos el evangelio y es algo sencillo, no muy complicado: somos llevados a la experiencia de la fraternidad universal, somos llevados a la experiencia de que somos Uno, como el Padre y Jesús lo son. En Francesco se cumple aquello de que el Reino de Dios es de aquellos que se hacen como niños, pero también se cumple que el ego humano no soporta tales cosas y busca racionalizaciones e institucionalizaciones seguras. En eso, Francesco sigue los pasos de Jesús: juzgado e incomprendido en primer lugar por los de su propia casa.

Nuestra Iglesia del s. XXI necesita también ser reparada. Está herida de miedo, de divisiones, de anhelos de tiempos de grandezas numéricas y de poder. ¿Quién escuchará hoy esa suave voz que llega desde San Damián y que nos llama a reparar la Iglesia, aún más, el Mundo a través del Amor hecho fraternidad?

¡PAZ Y BIEN!