La Vida se manifiesta en nuestras vidas siempre y cuando mantengamos abiertos los caminos del interior. El actual ritmo de vida y los requerimientos de nuestra sociedad dificultan cada vez más ese acceso al interior personal en el que se encuentran las materias primas para la construcción de nuestras vidas. Sin darnos cuenta, nos autoexiliamos de nuestro hogar interior. Allí, utilizando la imagen del Maestro Eckhart, Dios se encuentra como en su casa, pero nosotros nos sentimos extranjeros.

Educar la Interioridad es favorecer los procesos y proporcionar las herramientas que nos permitan volver a casa, al hogar interior para desde allí vivir unidos a los demás, al mundo, a Dios.

domingo, 31 de julio de 2011

El necesario derrumbre

De Ignacio de Loyola se suele decir que vivió el inicio de su conversión durante el largo proceso de curación de su pierna herida. Sin embargo previo a ello se dio el acontecimiento que originaría todo: el cañonazo recibido, las horas herido entre los escombros de la muralla de Pamplona. Como señala acertadamente Jose Ignacio Tellechea en la biografía de Ignacio "Sólo y a pie", debemos tener en cuenta que seguramente tardaron mucho en encontrar a Ignacio y darle los primeros auxilios.

Ignacio llega a Pamplona como un hombre criado en la corte de Arévalo. Había desarrollado una labor diplomática notable. Tenía altas miras, incluso se dice que aspiraba a los amores de una de las infantas de Castilla. Desde luego el plan de vida de Ignacio no contaba entre sus objetivos con pequeñas cosas, para él no existía la mediocridad. Aspiraba ya a ese "magis" que luego será tan importante en la Compañia, pero en este momento simplemente era un "magis" radicado en el puro ego.

Imaginemos pues la escena: Ignacio ha llegado a Pamplona como parte de las tropas que defienden Castilla del ataque francés. Seguramente subido a la muralla ya puede imaginar los laureles del trinufo que traerá su arriesgada defensa de la ciudadela. Una bala de cañón se interpondrá entre él y la consecución del honor.  Entre las ruinas de piedra de la muralla encontramos las ruinas de un plan de vida. El necesario derrumbre de las construcciones egoícas para que puedan emerger los contenidos cuya matriz está más allá, en el "hondón" de la persona.

Hoy celebramos la fiesta de San Ignacio, le cantaremos como fundador de la Compañía, patrón de Bizkaia. Pero no nos debiera pasar desapercibido que ese final tuvo en su inicio un derrumbe y una casi muerte.

Personamente suelo evocar en ocasiones esa imagen de Ignacio entre las ruinas de las murallas de Pamplona. Me sugiere que muchos pasamos años de nuestras vidas haciendo planes, ideando proyectos que, sin embargo, deben caer, no sirven, no son reales. Nuestra mente y nuestro ego se alían y nos dan una lectura del mundo: "Para ser feliz debería tener eso o aquello", "para vivir tranquilo te hace falta..." . Entonces le otorgamos a la felicidad, a la paz, a la realizacion personal una forma concreta, un rostro concreto, un lugar concreto, una edad, una cantidad de euros en el banco, etc... Necesitamos un cañonazo para despertar. Precisamos, a veces, casi morir para dejar que se desvele lo que hay más allá, lo que no se derrumbará nunca pero que no obstante nos aterra.

Es curioso de qué manera los seres humanos nos autoengañamos por miedo. Nos aterra la realidad. Y la realidad es que la vida sólo descubre su belleza a quien se atreve a ser despojado. Hay que subir a la muralla, si, pero para dejar que ésta se derrumbe. Lo increíble es que descubriremos que no perdemos sino aquello que debamos perder y si debíamos perderlo es que no era la pieza buena para la construcción de nuestra existencia. Urge entonces dejar ir, soltar amarras, abrir las manos con el gesto de quien deja libre a un pajarillo. Todo lo que deba regresar lo hará. pero deberemos afinar la mirada. Aquello que es esencial estará ahí, se nos otorgará pero seguramente no con la forma, no con el rostro, no con la apariencia que nuestra mente se empeñaba en darle. Deberemos vivir un tiempo de adaptaciòn de la mirada. Nos sentiremos, al principio, un tanto huérfanos, muy vulnerbles, como desorientados. Es normal. Como Ignacio, pasaremos un tiempo paralizados y doloridos entre las ruinas. Pero alguien vendrá y nos rescatará. Alguien nos alzará, nos llevará en volandas. Esta es la buena noticia que siente dentro de sí el creyente: Alguien es capaz de alzarnos de entre el polvo. Alguien amoroso nos cura las heridas. Alguien paciente espera a que sepamos ver y mirar mirándonos Él con infinita ternura.

Feliz fiesta de San Ignacio, fiesta del derrumbe de lo falso, fiesta del nacimiento procesual a una mirada nueva, a una comprensión nueva de las cosas y de Dios. Quizá quedemos heridos, con una señal en la pierna, con una cojera de por vida, pero será herida de vida, no herida de muerte, cojera que nos recuerde que lo que portamos dentro como tesoro de sabiduría, se nos dio, no nos pertenece. GORA SAN INAZIO!!

lunes, 25 de julio de 2011

¿Marcianos o exploradores?

Con este precioso vídeo presentamos este curso el proyecto de  pastoral con jovenes de la Diócesis de Vitoria.

Los pastoralistas, los educadores... ¿somos marcianos para los chavales? ¿somos nosotros los que nos sentimos así? ¿son ellos y ellas los marcianos? Mmm... Yo creo más bien que los adultos que estamos con los adolescentes somos EXPLORADORES. Y la Educación de la Interioridad es una propuesta de exploración hablando un lenguaje que sea comprensible y que genere ENCUENTRO, un encuentro que sea fecundo para los chavales y para los adultos. 

Seamos arriesgadamente creativos... Creativamente arriesgados. No será fácil, pero será emocionante, eso seguro... ¿Quién dijo miedo? ¡A volarrrrrr!

sábado, 23 de julio de 2011

LLEGAREMOS A TIEMPO

"SÓLO PUEDEN CONTIGO SI TE ACABAS RINDIENDO, SI DISPARAN POR FUERA Y TE MATAN POR DENTRO, LLEGARÁS CUANDO VAYAS MÁS ALLÁ DEL INTENTO. LLEGAREMOS A TIEMPO".

Siempre es tiempo de no quedarse sentado ante el dolor de este mundo. Siempre es tiempo de ir al encuentro de quien nos hizo daño o de aquel a quien dañamos, con los brazos abiertos y el perdón danzando en el alma. Siempre es tiempo de mejorar lo que salió mal. Siempre estamos a tiempo de rectificar y a tiempo de re-crear. Siempre es tiempo de crear algo nuevo. Siempre... siempre llegamos a tiempo si lo intentamos, si no desistimos, si no claudicamos. Siempre sale el sol y por la noche regresa la luna. Siempre la ola moja la playa y regresa luego al mar. Siempre amaina la tormenta. ¿Cuál es el tiempo oportuno? ¿Alguien lo conoce? Sólo Dios sabe los tiempos y las horas. Quizá nos toca afinar los sentidos y estar despiertos, entonces... siempre llegaremos a tiempo.

viernes, 22 de julio de 2011

MUJER, ¿POR QUÉ LLORAS¿ ¿A QUIÉN BUSCAS?

Todos lloramos a veces. De hecho, nacemos llorando y provocamos lágrimas en otros al dejar este mundo. En el trayecto de la vida, las lágrimas brotan por el dolor y por la alegría que la vida nos trae. El evangelio de hoy nos introduce en uno de los encuentros más profundos del evangelio, el de el Resucitado y María Magdalena junto al sepulcro.

Jesús pregunta a María: "Mujer, ¿por qué lloras? ¿a quién buscas?" María ha ido en busca de alguien a quien no encuentra y eso le genera una gran tristeza, una honda frustración. ¿No nos pasa a veces? Vamos en busca de alguien y no le encontramos... Encuentros frustrados por la incomprensión, por el enfado, por la traición, por el miedo, por la inseguridad. Salgo a tu encuentro y no estás, vienes a mi encuentro y no estoy. Busco ser amado y no siento haber encontrado el amor buscado, deseado. Busco ser acogido y no percibo tal acogida. Busco ser escuchado y no encuentro quien me escuche. Busco ser comprendido y soy malinterpretado. Entonces sentimos frustración, quizá rabia o tristeza. Y lloramos. Esas lágrimas son la cara visible de un dolor interior.

Y Jesús me pregunta: ¿Por qué lloras? ¡Es tan importante saber qué causa el dolor, dónde nacen esas lágrimas! Identificar lo que llevo dentro clavado, lo que me derrumba, lo que me resta alegría e ilusión. A Dios le importa, Él me pregunta, se interesa por mí, no le da igual si lloro o río y si lloro quiere saber porqué, porque si se lo digo sabe que comenzaré a curarme. Expresar las tristezas cura, alivia. Dios se hace mi paño de lágrimas si lo necesito. Pero la pregunta sigue y lleva más allá, a la causa: "¿A quién buscas?"

Y es que todos somos buscadores de algo. ¿No busca acaso todo ser humano ser feliz? ¿No buscamos todos amar y ser amados? María buscaba en Jesús a aquel que le había hecho sentir especial, a aquel que había sabido ver más allá y había regenerado su corazón. La búsqueda de María no era la de un cuerpo muerto, sino la de la Vida. Yendo a buscar un cadaver, le sale al encuentro el Resucitado pero no le puede reconocer. ¡Tantas veces no podemos ver lo que se nos pone delante porque seguimos buscando algo que ya no existe! ¡Tantas veces se nos está regalando lo que anhelamos, pero no lo reconocemos porque lo buscamos bajo otra forma, bajo otros parámetros! Se pide de nosotros una apertura interior.


María llora  porque busca y no halla. Asi nosotros. Buscamos y no hallamos porque el dolor nos ciega, el deseo nos ciega, el miedo nos ciega, la tristeza nos ciega. Hace falta entonces que alguien diga nuestro nombre. Sólo el amor nos rescata. María reconoce a Jesús cuando escucha su nombre pronunciado como sólo el maestro sabía pronunciarlo. Es una llamada directa. Una voz que se clava en las entrañas y despierta el ser. Entonces soy levantado del sueño de mis deseos frustrados, de mis búsquedas compulsivas y soy llevado al lugar del Encuentro donde todo es renovado, donde los esquemas antiguos ya no sirven. Soy citado fuera del sepulcro pues en éste ya no hay nada que buscar, nada que encontrar.

Llega un momento en el que hay que dejar atrás nuestros sepulcros y abrirnos a la vida de par en par. Llega un momento en que hay que enjugarse las lágrimas y abrir los ojos y ver lo que se manifiesta y escuchar lo que se pronuncia fuera del sepulcro. Eso es lo que nos pone en pie. Dejamos de ser eternos llorones, insatisfechos buscadores y pasamos a ser TESTIGOS.

jueves, 21 de julio de 2011

LA BELLEZA SALVARÁ AL MUNDO

No sé qué es lo que llevaría a Dostoievski a afirmar que "la belleza salvará al mundo", pero sí sé lo que hoy me lleva a mí a exclamarlo: la belleza que anida en el interior del ser humano.

Somos bellos, no me cabe la menor duda. Con toda nuestra complejidad, frágiles, incoherentes, volubles, torpes para entender... pero bellos, pasmósamente bellos. Refulge de pronto en nuestra mirada todavía la inocencia del niño que fuimos y que aún vive dentro de nosotros. Se adivina en nuestros gestos el intento de decir aquello para lo que no encontramos palabras cuando el corazón se preña de sentimientos. Aún sufrientes o heridos, sacamos fuerza de flaqueza para abrazar el dolor de otros. Sin explicación para nosotros mismos, intentamos abrir para otros el camino de la comprensión. Enraizados en esta tierra, anhelamos el cielo. Ciudadanos de la finitud, creamos obras inmortales, ecos de lo infinito...

Me subyuga el ser humano. Me fascina. ¡Qué arrolladora belleza emerge de nosotros cuando dejamos alumbrar el Ser que nos habita, el Ser que somos!

No en vano somos hechura de Dios. ¡Embriagadoramente bella es la criatura que ha salido de su Seno!. Y esa Belleza salvará al mundo, lo sé, porque me salva a mí.

Me siento salvada por la belleza de mis hermanos y hermanas de camino. Algunos y algunas desde hace mucho y espero que para siempre, amigos, compañeros, otros, estrellas fugaces que iluminan mi noche y desaparecen dejando una estela de amor, de alegría, de consuelo... Me siento salvada, me vivo salvada, me sé salvada por mis semejantes. El milagro acontece cuando salgo al encuentro o me dejo encontrar. 

En tal belleza percibo a Dios, toco a Dios, le huelo y le gusto, le escucho... le encuentro. 

Que no me faltes tú, hermano, hermana, amigo, amiga... Que no me falte tu belleza, la que salvará al mundo porque está llena de la abundancia de Dios.

miércoles, 20 de julio de 2011

"Ante lo desconocido... confianza"

¿Habéis visto la película "Cartas a Dios? A mí me ha sorprendido. Vedla si no lo habéis hecho, es un poema hermoso. En medio de la manifestación más dura de la vida, la enfermedad y la muerte, unos adultos y un niño descubren la hondura, la Trascedencia y se reconcilian con sus miedos, con sus traumas.


La película está plagada de momentos y frases estelares, de esas que se clavan en el corazón y se desean volver a escuchar, de todas ellas hoy me quedo con una: "Ante lo desconocido... confianza". La frase emerge en el contexto de un diálogo sobre la muerte. Tememos a la muerte porque no sabemos qué pasa, en qué consiste morir. El diálogo tiene lugar ante un crucifijo, Oscar, el protagonista, el niño que escribe cartas a Dios, va a la casa de Dios, a visitarle. Al ver el crucifijo no puede aceptar que ese sea Dios, tan hecho polvo: "Si yo fuera Dios no querría sufrir...". Y la mujer de rosa le responde: "Pero nadie puede evitar el sufrimiento, nisiquiera Dios... Pero, mírale. Pueden clavarte los brazos y los pies con unos clavos y sufrir mucho físicamente, pero tú decides por dentro cómo vivir ese dolor"..."Qué prefieres: Un Dios con un "slip" molón que no siente nada o un Dios que sufre"... Y resuena la frase sobre la confianza: "ante lo desconocido, yo te propongo confiar"


Confiar es lo contrario de sospechar, de tener miedo, de querer controlar. Ante lo desconocido... confiar. ¡Qué liberadora propuesta! Es al propuesta de Dios. Es lo que tuvo el coraje de hacer Jesús: "En tus manos encomiendo mi espíritu" "Padre, si es posible, aparta de mí este cáliz, mas no se haga mi voluntad sino la tuya". Lo que nos espera al dejar atrás el miedo y traspasar el umbral de la confianza, es Vida en abundancia, descanso, Resurrección.

Ante lo desconocido... ¡CONFÍA!